lunes, 27 de septiembre de 2010

Cuentos que empiezan donde recuerdas "debes decir verdades completas"

De elegir, también se puede, entre que te vendan una pieza de arte neolítico de marcado carácter decorativo o pedir una pieza de arte neolítico con un marcado carácter de utilidad.


Siempre me saltó a la vista la contradicción que se manifiesta en el sector de eventos a la hora de la contratación de piezas artísticas para animar sesiones como el indicativo de que algo "extraño" se cuece en las cocinas que dicen construir estrategias coherentes.


Hablo de entidades que, preocupadas por impacto de imagen, fidelización, captación e identificación, llenan papeles que intentan provocar cambios en entornos amigables y lugares copados por enemigos brutales. Veo que despliegan tendencias de gran cazador nómada pero me sorprende que se contente con tener, jarrones de gran valor, para llevar a cuestas en un pequeño zurrón que molesta a la hora de trotar por empinadas pendientes que han de ser conquistadas. Personas que hablan de rentabilización de la inversión y que gastan sumas inmensas en objetos que no tienen vuelta. Que miden hasta la raya de tinta que cae por una seda blanca pero que se muestran perdidos en juegos de apariencias en los que gastan más de lo que nunca podrán llegar a medir. Me fascina observar comidas, cenas espléndidas mientras muestran gusto por tomar sopa de piedrecitas de colores en las artes que compran. Hombres que sabe el color, el sabor y valor del dinero, tomando del suelo, papel de aluminio que un niño dejó abandonado a terminar su bocadillo. 


Sino resulta coherente, ver cazadores arrastrando un Velázquez, por las llanuras llenas de prados que ocultan la caza. Tampoco resulta coherente ver emprendedores que fingen, por un día, ser monarquías que en nada estiman el esfuerzo de sanear economías. Siempre, pensé que semejantes hombres necesitarían de un arte útil que les diera beneficios allí donde más lo necesitan. Un arte mágico como el que se desarrolló en el neolítico que ayudará a dar cazar a la pieza que mañana necesita tu gente para comer. Un arte que se sienta alrededor de la hoguera a buscar el conocimiento que trae el otro para ir construyendo poco a poco la cultura de una tribu hasta ahora perdida, perfilando perfecciones en el momento de la caza que dará ventaja a tu gente.


Ya no somos cazadores, y la analogía sirve para estructurar el mensaje, dándole profundidad, más allá de las palabras huecas pero tampoco podemos jactarnos de ser una sociedad neolítica más que en casa, por fines de semana y en espacios de vacaciones. Fuera de entornos de seguridad "aparente", el ámbito que transitamos es más selva que pueblo y sigo sin entender bien porque no se da uso a todas las herramientas que se fueron construyendo para ayudarnos en ella. No capto el motivo de, siendo cazador, porque muestro mañas de hombre sedentario y asustado venido a menos.


Belleza y utilidad como recursos disponibles para diseñar eventos que si por ahora fueron bellos, perdieron utilidad dejándonos en desventaja en entornos que ya no permiten juegos de mercados de barrio. Espacios de crisis que exigen el mismo esfuerzo económico, por organizar eventos, que pueden convertirse en herramientas estratégicas del gran valor.


Con el que corre me quedo, el que muestra cara de displicencia y revisa tu presencia como de reojo y desde arriba, pienso que se enredó en sueños viejos que ya no van con estos tiempos. 


Mañana, veremos quien quedó parado y siendo rey de la llanura extensa si el sedentario asustado o el cazador que corre más que los gamos, ahora que la pradera se extiende mucho más allá de donde están las caras conocidas y donde ya no se atrapa con el grito y las baratijas.



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