miércoles, 25 de agosto de 2010

Calixto, Europa y Pegaso. Amigos de locura inquieta

De otra boda nada. Pensarán todos que nos encantan los finales felices de la películas americanas o de los cuentos infantiles. No tiene gracia ocultar que en la mayoría de los casos lo que nos hace felices no se resume en un boda cualquiera. Y que no, que no viene al caso encontrar amores románticos de los que nadie te cuenta el después de que todos comiéramos perdices.


Saca el recuerdo y las notas que tomaste de la mochila. Recuerda: Ya de regreso y después de recorrer la Vía Láctea en patinete, Pegaso nos dio un paseo en su lomo, no sin antes habernos tomado unas cañas en el Exoplaneta. Recuerda que no le contamos todo, que ocultamos las informaciones feas que traíamos de la tierra. Está claro, Pegaso es un ser sensible, algo ingenuo, con una positividad que marca hitos y sospecho que también podría ser un activista político que ama a sus amigos. Lo que no contamos fue como acabamos, los tres, en el puesto de helados gaseosos de Júpiter y como tomando copas en el chiringuito de al lado no pilló la tormenta solar que casi nos chamusca las cejas y las orejas. Caer despacio por los anillos de Júpiter fue una locura que venías barruntando desde que salimos de Saturno, convencer a Pegaso, te costó nada y menos, con esa labia que tienes de escritor viejo. Caer rodando despacio hasta el puesto de helados fue una casualidad que nos vino al pelo. Pegaso traía sus posaderas calenturientas y de color morado. Falta de costumbre, nunca había oído hablar de toboganes pero el helado nos vino que ni pintado para calmar sus ardores. De risas y de fiestas pasamos horas enteras aguantando la letanía de un Calixto inquieto, zalamero y don Juanesco que buscaba huecos en una Europa cada vez más fría. Tan fría que ya no podía despegar sus labios congelados y de sus ojos colgaban unas anti estéticas estalactitas. Las risas de Pegaso atronadoras y en medio, el cuento, también él había intentado conquistar a la bella Europa con los mismos resultados. La solución que había encontrado Pegaso no parecía satisfactoria ni para Calixto, ni para Europa. Calixto, a diferencia de Pegaso, no se iba y seguía intentándolo y Europa mostraba aquellas estalactitas que recordaban lágrimas y que nos hacían pensar que no era de su gusto aquella situación. 


Todo cambió en un instante que ni puedo determinar yo, ni puedes determinar tú. Recuerdo tu cara convertida en fuego y tu pelo brillando como mil estrellas. La risa atronadora de Pegaso se multiplicó por mil segundos de duración eterna. Encontrar mis piernas bailando solas al ritmo de un corazón que sentía lleno de alegría infinita no fue tan sorprendente como cuando descubrí el efecto del fuego alegre en tus brazos que te hacían volar por encima de nuestras cabezas. Un momento más y todos recuperamos el control pero no pasó  así en Europa, ahora roja, ardiendo, dando por fin la imagen que tenemos de ella. Quebrado su desconsuelo los brazos de Calixto ahora algo aturdido sirvieron de refugio a una pasional Europa. Labios de fuego que resquebrajaban la piel cristalina de un enamorado, ahora algo, asustado.  Llevarla lejos, muy lejos a lomos de Pegaso, mientras yo volcaba toneladas de helado en la cabeza de la desmelenada Europa hasta que quedó quieta. 


Calixto no volvió pero si tú y Pegaso. Lo único que sabemos es que Pegaso y Europa ahora son socios que gestionan una central eléctrica que sale a bolsa y que Calixto manda mensajes de texto hablando de una vida nueva engarzado como perla en el collar de una vieja estrella.


¿Ves? sin boda pero todos felices.

3 comentarios:

  1. Excelente texo, lleno de fantasía y abstracción!!!.... :D

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  2. Fui desde los anillos del planeta a la visualización de Europa como pestañas del sol, es un viaje bidimensional cerebral :D :D :D #BlauUndGrauLächeln

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  3. ¡Hey! que me pongo colorada, cuando me miras ... ;-) Un auténtico placer teneros por aquí comentando.

    Besotes

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