Mareas calmas,
Aguas que se llaman plato pero que contienen ocultos cuentos de visiones confusas que hacen olvidar que, en cualquier momento, romperán en la arena, ahora tranquila, olas que confunden sentidos. Sinuosas brisas que acarician rocas serenas que sostienen a personas inmóviles que pasan el tiempo oteando horizontes de soledades buscadas y amadas donde encuentran paisajes de satisfactoria nada, de nada. Rumores de niños que aleja el sonido de las aguas que mecen almas cansadas y ahora arrulladas por el lento devenir del tiempo. Sol quema lamentos, sofoca risas y juega despacio a recomponer espacios olvidados.
Espacio mío, vacío y mío que arregla cada trocito sin que yo tenga el dominio. Mío, donde yo soy solo parte de todo lo que es prioritario, donde no hay huecos, espacios, palabras, sonidos, miedos, sueños, retos. Allí donde no te lleva ni el viento.
Te llamo al móvil, paso por tu casa y me quedo en silencio porque contar sólo puedo contarte lo que ya conoces. Cuéntame tú. Yo escucho.
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