No hay materia más misteriosa por atrayente que el fantástico mundo de los cuentos. Cuentacuentos o cuentos que son creados y contados para divertimento de propios y extraños, para enseñar las extrañas formas subjetivas que aterrorizan o tranquilizan aquellos conatos infantiles que por las arrugas aún asoman o los "extraños" momentos de madurez que se dejan ver por entre las comisuras que aún recuerda, como de ayer, aquella placentera sensación que traía el chupete o el biberón.
Cuentos hay de todos lo estilos y de las formas y colores. Cuentos que despiertan asombro, cuentos que aterrorizan, los que generan pasiones, sueños, placeres inagotables o momentos de absoluta calma. Calma que calma las entendederas que andan preguntandose aún por donde caminar o por donde fue el otro a mal para no ir yo y perder así tiempo o tiempos preciosos que amasar con recuerdos para tener vidas más verdaderas o ricas, o dispuestas a ser vividas por nosotros mismos o nuestros amados entornos. Cuentos de hadas, principes y princesas. De brujas y personajes malvados. De personajes extraviados, encontrados, que aún andan buscando o que esperando andan en cualquier plaza a que pase quien debería estar en sus sueños, en las peores pesadillas que nos acompañan.
LLamados cuentos porque resuelven en solo un par de páginas aquello que en otro estilo tendría que resolverse en miles de millones de trillones de blancas páginas manchadas de formulaciones de pensamiento o matemáticas que no logran atrapar aquella cosa, aquel destello que revolotea como duende en espacios emocionales, subjetivos que acompañan a cada número o cada cierto número de palabras.
Cuentas que se engarzan en interminables hilos que vienen a adornar vidas que parecían muertas o muertes que han tomado posesión de vidas que no creen ser valiosas, que creen ser solo en la repetición sistemática de lo aprendido, lo dado, lo cómodo cuando no llegas a creerte que eres un espléndido, espectacular aventurero.
Perlas que explotan diría Chejov o aquello que azota, como elemento, lo que nos atraía de piezas publicitarias que crecieron reposando en las estructuras de este formato literario hasta que dejaron de tener éxitos para pasar a ser solo "Aquel momento adecuado para salir corriendo a realizar tareas por casa, a dar hueco a la charla o al increíble juego subrealista del zapear"
Amor de mis amores o el olor a libro viejo del que sabes que cerrando se acabaron los vapores de las atmosferas creadas por magos de los juegos. Amor de mis amores que te mantiene alejada de creer al pie de la letra "realidades" que, en realidad, están bien, muy bien elaboradas.
Cuentos que nacieron para ser contados como cuentos o cuentos de aquellos que utilizando sus juegos, creyeron que podrían manejar todos los contextos de la realidad hasta hacer creer que solo ellos son ciertos.
Cuentos que devastan vidas enteras por no llegar a estar firmados por Poe, Anderson, Chejov ... y que pretenden atravesar las ventanas que separan las bocas del escenario de las salas de butacas, fingiendo ser Pirandello o aquel teatrero que logro romper la Cuarta Pared y hasta que no te dijo, soy lo que soy y no lo que te hice creer que soy, intentan contar el cuento de un sueño para venderte conflictos ideológicos, inexistentes en tu realidad, hasta hacerte botar por las calles como si fueras piedra en manos de títiriteros con intenciones ocultas o solo títiriteros que quieren venderte productos ocultando que detrás solo hay cuento de los cuenteros.
Porque éste es el secreto de cuentos:
Querid@ mí@, solo hay CuentaCuentos y Cuenteros. Y a poco que pares y observes verás que es fácil descubrir a quien pertenece quien, porque de los CuentaCuentos te diré que a pesar de que parecen llenos solo de palabras, son maestros de la acción, justo al revés del Cuentero que parece llegar lleno de acción y solo maneja palabras o palabros.
Queda todo dicho para que no te engañen las apariencias. Vaya ¡¡Y yo con estos pelos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario