jueves, 3 de junio de 2010

Hablando de Diderot.

Denis Diderot o el juego de las paradojas Gödel, Escher , Bach: Un eterno y grácil bucle

Paradoja del comediante

Aquiles: Recuerda, tortuga el juego de tus amigos. ¿Construyes personajes desde el mismo centro de la emoción?
Tortuga: ¿O dándoles formas técnicas?
AraceliMásArte: Reconozco la dificultad de semejante paradoja. Conocí a Diderot, esta vez, si que demasiado tarde o quizá, no. Y fuera justo en el preciso instante en que habiendo transitado todas las estancias, vino a confirmar mis sospechas. Sospechas fundadas en miles de horas de experiencias.

Recoge la pelota, Aquiles, y sube con ella a escena. Párala en seco. Ahí sí, en el proscenio. Construye la cuarta pared y vete dentro llenando todos los huecos de tu relación con este objeto. Dedícale tiempo a recordar todos los momentos,  revive momentos de fracasos y de éxitos. ¿Quién te regalo la pelota? ¿la amabas? Describe y dibuja todo el trayecto y ahora que rueda una lágrima desde tu ojo izquierdo,  ahora que ya estás lleno ¡Mueve la pelota, Aquiles, sin tocarla con un solo dedo!.

Recoge la pelota, Tortuga, y sube con ella a escena. Párala en seco. Ahí sí, en el proscenio. Dibuja juegos de niños y adultos con ella. Sube, baja, corta con ella el cielo. Bota, revisa y dale un nuevo juego. Lánzala al espacio y recógela en tus sueños. Y ahora que rueda sola. Cuéntame, que soy tu público, porque ha de interesarme semejante bola.

Lo imposible














Resulta más probable la unión de semejantes técnicas o al menos, ser conscientes, de su juego infinito durante todo el proceso de creación y la ejecución del mismo.

Lo improbable













Y en resumen queda lo que Diderot anota como regla o mejor, la regla qualis ab incoepto et sibi constet, que si es rigurosa para el poeta, para el comediante, lo es hasta la minucia; es que quien sale de bastidores sin tener su interpretación presente y su papel anotado experimentará toda su vida el papel de un principiante, mientras que si, dotado de intrepidez, de suficiencia y de verbo, cuenta con la presteza de su cabeza y el hábito del oficio, ese hombre se os impondrá por su calor y su embriaguez, y aplaudiréis su interpretación como un entendido en pintura sonríe ante un esbozo libertino en donde todo está indicado y nada decidido.

Ante semejante argumento ¿Cómo no amar a Diderot?

Éste es mi amigo de juegos más personal.

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