jueves, 9 de junio de 2011

Miedo escénico

Hablar del miedo escénico es hablar de una marea a la que no se logra poner nombre. Hay en mi tierra un hueco de aguas verdiazules que invitan al baño con viejos cantos de sirena, sirenas que olvidan decirte que hay siete corrientes vagando sueltas generando fuerzas extrañas que van creando millones de posibilidades imposible de movimiento en un solo segundo y allí donde la apariencia se muestra fuera, sin embargo, yo he podido reconocerla siempre dentro donde no solo basta tener un deseo sino que deben ponerse a prueba infinitos recursos para inventar nuevos para reventar la melodía que traen las rutinas con un solo propósito, con una sola idea que transforma el deseo en la fortaleza de la determinación más certera.


Cuando hablamos del miedo escénico parece que hablamos de cualquier momento donde debemos quedar expuestos a la mirada que puede enjuiciar la acción, la palabra y hasta el mismo núcleo del alma. Dicen las malas lenguas que solo se percibe cuando ves cercano aquello que debía estar lejos y siguen diciendo que los que más hablan de ello son los que exponen por voluntad propia su trabajo a la mirada de muchos pero muchos o pocos, cercanos o lejanos siempre muestran como el sudor empieza a habitar pieles hasta que ahogan palabras, ahogan acciones y quedas paralizad@ e impotente para conseguir el objetivo primero. 


El miedo escénico, reduce a cuatro paredes aquello que no tiene más que un suelo y un cielo y un ser humano que debe exponerse para conseguir lo que quiere.


Decimos las lenguas que paseamos por cualquier escenario que, de forma irremediable, debes cumplir con ciertos ritos para dominar el elemento que atormenta todos tus instintos. Decimos que si hablamos de una pieza, una acción o un texto debes entrenar hasta completar la mecanización completa de todos los elementos que lo componen haciéndote maestro en cada a, e, i, o, u que emites, maestro en cada gesto, maestro en cada subtexto, maestro en cada compañero para dejar solo un hueco por donde pueda caber la posibilidad de juego con aquellos que convierten tu maestría en la tormenta  que llevan el nombre de público y que pudiera parecer culpable de tu tragedia al contener la posibilidad de soplas vientos de críticas o halagos, allí donde huracanes solo hablan de tu propia mirada que observa a través de la lente de tu juez interno.

Envueltos en miserias de sentimientos contrapuestos, barreras suplerfluas y absurdas creencias saltar hasta el campo de juego para poner a prueba la mecánica adquirida en relación con el mundo de las probabilidades para dar un paseo hasta la misma boca que lleva al espacio oscuro que oculta caras en la platea, es la aventura que lleva a enfrentarse de cara con el miedo escénico pero ¿Cuantas caras se vuelven oscuras, ante ojos despiertos, solo poniendo en juego lo que emites, en función de una simple explicación, imaginando el significado que adquiere cualquier palabra o acción en el cuerpo de tu interlocutor?


Salir al escenario, es salir al mundo y salir se puede hacer de cualquier manera yo he llegado a ver como el miedo escénico era superado con un fuerte empujón y vi a otros, danzando levemente piernas que huyen y se acercan despacio hasta las aguas rozan la arena para después de un largo baile acabar jugando con corrientes que suben, bajan y revolotean. Sea como sea, al final de cuento, lo interesante es poder sentir que el protagonista de tu historia eres tú y no tus miedos.








Di que no, porque merece la pena tomar el control para poder bailar conmigo, con tod@s y con la marea.

3 comentarios:

  1. Es genial tus definiciones y explicaciones del miedo escénico, ayudas mucho con ésta información.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Un placer recibir tus palabras y tu comentario. Eres un sol

    ResponderEliminar
  3. Es genuino, puro arte!! no cambies ni un apice!! me en canto el penultimo parrafo es poesia misma! Lunatik!

    ResponderEliminar