lunes, 7 de junio de 2010

¡Que pase Juan!

Acción efímera inspirada en mi trabajo como directora de casting

Las manos hundidas en papelotes. La cabeza recordando perfiles. Manteniendo, en un soplo, cincuenta y un mil remesas de interacciones posibles. Trescientas cuarenta recapitulaciones. Mil gestos y un teléfono pegado a tu nariz simulando un post-it. Cara de jugador de póker que oculta un grillete en el estómago construido con la duda ¿te llamas, dador de sueño o rompedor de ilusiones?

Sentada, intentas evitar a toda costa la actitud corporal, que en otros tiempos, machacaba tus esfuerzos. Te revisas, por dentro, intentado descubrir las intenciones que marcaban ojos burlones que conoces de viejo. Recompones la actitud y recuerdas que tienes un objetivo simple: descubrir el perfil perfecto en el profesional perfecto y eliges, no perder de vista que también son sacos llenos de vivencias, experiencias y emociones, justo cuando oyes un golpe seco en tu cabeza  "eres actriz y conoces".

Comienza el juego

Procesión interminable de habilidades profesionales que a los 5 minutos podrías haber evitado porque sólo con presentarse, reconoces, con precisión, milimétrica desde donde le traen sus pasos. Cada escuela con sus tics, cada profesor con su tono. Ojos, caras, gestos, movimientos clasificados y ordenados. Cada carencia de uno en respuesta al acierto del otro. Cada acierto de uno en respuesta la carencia del otro.

Recibes recomendaciones presuntuosas y humildades provechosas. Intentos de sobornos de algodón, comisiones de chantaje emocional y otros. Recuentas ojos de no me lo merezco, ojos de ¿Quién eres tu para examinarme? Y ojos despiertos y atentos. Sabes quien sufre y quien vende. Los hay que venden sufrimientos, los hay que venden hechos, los hay que venden con palabras y otros con un magnífico esfuerzo.

Ojeas vanidades, orgullos, soberbias. Lobos disfrazados de corderos. Almas puras, cándidas imperfectas y perfectas.

Tus ojos son los que cierran puertas a golpes de rutina escénica hasta que alguien abre las ventanas y deja pasar el día entero, lleno de soles, de nubes, de aguas, de tormentas y de fuegos. Ni te mira, porque juega con el viento. 

¿Dónde están los papelotes, los perfiles, las interacciones posibles, las recapitulaciones?  ¿Y el teléfono? Ruedan los bolígrafos y caes en la cuenta de que eres tu la que cierra puertas y ventanas que sólo un momento de vida escénica, engarzado a la perfección con tus objetivos, abrirá todo de golpe.

Mañana llegarán las horas de dar explicaciones y de recomponer errores con miles de soluciones.

Los días transcurren en silencio, los aplausos nunca llegan hasta donde descansan tus lamentos. Tu reconocimiento es percibido por un director disperso, contento y satisfecho. Los actores, son los únicos que te siguen viendo.

¡Te los comerías a besos!

1 comentario:

  1. Complicada situación... expuesta con todo el arte que te caracteriza!!! Me encantó! :-)

    ResponderEliminar