lunes, 2 de agosto de 2010
Hablando de John Malcovich
La primera vez que vi el trabajo Jhon Malcovich, no podía dar crédito a su presencia escénica, tampoco podía imaginar un despliegue, tan hermoso, de acciones físicas llevadas al cuerpo con absoluta presteza. Quedé presa de él, de su trabajo, de la gama de registros de los que hace gala y que de forma aparente, muestra sin esfuerzo. La capacidad de elegir el gesto correcto y relacionarlo de forma coherente con la secuencia que requiere la progresión de la escena hablan de una capacidad de inteligencia superior en el manejo de las técnicas interpretativas.
Baile perfecto entre el sentimiento, la acción corporal y la voz. Y ¿Un volver a hablar del tema de los doblajes? sería redundar sobre algo que no permite soluciones cercanas que no pasen por esforzarse en buscar la versión que aún no ha sido doblada. Pero recuerdo y aviso, que no tiene nada que ver observar a este animal escénico sin oírle a la vez que se mueve por escena y reduce a la mínima expresión la dificultad de hacer florecer los sentimientos.
Control perfecto de sus habilidades, encuentra en sus ojos el arma perfecta con la que adornar sus trabajos. Estudiar su línea de acciones es tener acceso a un sin fin de secretos rítmicos que desarrollan escenas con perfección máxima. Su talento no desprecia su marcada inteligencia, escucharle en entrevistas es asistir a la muestra de una personalidad suculenta de llena de intencionalidades. Su humor, su gesto siempre recuerdan a su Valmont, no en vano sospecho desde que le vi, que el inicio de ese trabajo fue el de la adaptación del personaje a su personalidad en vez de correr, de entrada, detrás de una personalidad ajena arriesgando al máximo en una propuesta que luego demuestra con un virtuosismo extremo.
En el trabajo que ejecuta en Amistades peligrosas, está acompañado de otros dos monstruos escénicos, pero su trabajo acompaña, acompasa y reta. Sus compañeras están, también, espléndidas. La pieza es de disfrute máximo cuando la miran unos ojos acostumbrados a observar escenas y bailes en ellas porque muestran tres técnicas interpretativas de gran potencia que, sin embargo, se entrelazan consiguiendo un trabajo grupal de líneas que se dibujan lejos de toda crítica.
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