viernes, 30 de julio de 2010

Técnica Alexandre un milagro particular

Mi primer milagro fue darme de frente con esta técnica corporal. Es el milagro que provoca el deseo de una actriz que quería poner en pie el personaje de Antígona de Jean Anohuil. De llantos y desesperos pasaron meses de unos ensayos de infierno. Andaba yo, hasta la coronilla, de tanto sufrimiento, cuando decidí grabar un vídeo, con uno de aquellos tormentos, y mandarlo a mis amigos bailarines en Barcelona. ¡Vente, corriendo! hay algo nuevo que debes probar.


Y fui, en tren que no corriendo, acompañada de mi partener que hacía de Creonte y que andaba con los mismos lamentos. Allí descubrí tres cosas, un actor no sabe caminar en escena, quería poco mi cuerpo y la Técnica Alexandre. Traje la maleta llena de juegos que inventaron aciertos que puse luego en escena y obtuve éxitos, como actriz y para todo el grupo. Pero me había convertido en adicta a la técnica que me hacía sentir libre y responsable de todos mis movimientos.


Madrid no contaba, en aquellos momentos, con profesores que impartieran semejante joya. Así que tomé la determinación de subir a Barcelona, siempre que fuera posible, para retomar gloriosos momentos de libertades amplias de movimientos, de control corporal certero, de regeneración de energías pérdidas, de relajación en todo momento de acción, de olvido sistemático de lo que provoca tensión porque yo podía moverme a mi entera satisfacción, de dolores, de quejas, acababa de encontrar mi Santo Grial. No hizo falta que subiera a Barcelona para encontrarme de nuevo con todo aquello. Al poco tiempo, me llegó una invitación para asistir a un curso de toma de contacto con la técnica. Reconozco, que asistí al curso sólo por tener acceso directo a la profesora que lo impartía, al finalizar la primera clase, le dije que quería clases particulares. Me dio igual, que me dijera que no podría cumplir con todo el proceso porque regresaría a Londres. No pasó así, se quedó en Madrid y yo hubiese dado la vida, sólo por tenerla en casa, aunque fuera de adorno.


Mi primera impresión fue una sensación que acabó en un grito "Me caigo. Me caigo hacia adelante. Me caigo" Luego, pude comprobar, en un espejo, que era la primera vez que me veía erguida. La siguiente, fue una sensación de absoluta libertad, sin esfuerzo, en todos mis movimientos. Aprendí a gozar de todas las actividades rutinarias de la vida como si estuviera bailando. Más tarde, llegaron nuevas sensaciones aún más placenteras, mi voz adquirió el brillo de todo su potencial, mi capacidad de concentración aumentó, mi lectura del entorno comenzó a ser muy fiable, mi capacidad de respuesta en situaciones de máxima presión era magnífica, el aumento de la escucha de todo lo que sucedía a mi alrededor se acrecentó a límites insospechados y mi respuesta a todos los estímulos se volvió tremendamente creativa. Bajó la sensación de angustia, que yo pensaba que no tenía. Encontré una respiración que me hizo pensar que había vivido, hasta el momento, asfixiándome literalmente. Recuperé una salud, que creía perfecta. Y como si de magia, se tratará, y digo, como si de magia se tratará, todos estos beneficios se convirtieron en habilidades que yo pude controlar y que hicieron que mi trabajo profesional fuera perfecto.


Aprendí o más bien desaprendí a sentarme, a levantarme de la silla, a caminar, a estar acostada y a gatear. En medio de todo esto, yo me convertí en la persona que elige, sola, y en un segundo, la dirección que quiero tomar.


Si alguien quiere sentir semejantes percepciones sólo ha de elegir y decidir si es el momento, en que puede optar por ser libre.

Yo, vamos, lo recomiendo.

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