miércoles, 16 de junio de 2010

Do en clave de descubrir el Santo Grial en una mota de pintura

Do  en clave de descubrir el Santo Grial en una mota de pintura

Igual esto resulta muy cómodo. Pero lo bueno, viene luego: El fotocol,  los flashes de miles de fotógrafos, las huidas en coche de los paparazzi, cenas, comidas, fantásticas giras de conferencias por todo el mundo.  Pero ¡Qué despiste! Todo esto es para los Oscar.

Clara predilección por una modalidad nueva de viajes cortos y refrescantes. Aventuras de un segundo. Aventuras por teléfono. Marcado y pronunciado interés por un futuro incierto. Juego de sombras imposibles que se mueven en el aquí y ahora. Concentración absoluta en el detalle mínimo y una alerta gatuna que desenvuelve misterios en el olor que ahora llega. Reflexión inmediata de pequeños conceptos. Extraña pasión por lo que se mueve dentro de tu propio infierno.

¿Creías? No, de Coronel Tapioca nada.

Casi que no puedo encontrar un look que nos valla al pelo o al juego. Puede que nos venga bien, esta vez si, de gatos que cazan pájaros detrás de una ventana cerrada. Pero, no, con unas gafas basta. Pasamos por Multiópticas y pillamos las de Dolce y Gabbana de regreso a casa. Dioptrías de la gama más alta. 

Llegar a casa con los mínimos detalles saltándonos a la cara fue una Odisea. ¿Que gracia o tensión dramática tenía ponernos las gafas en un lugar seguro donde no pasa nada, donde el movimiento es mínimo y que con solo sentarnos, basta? pero fue divertido rodar por la cabeza de tu vecino, perdernos o no perdernos en semejante campo de trigo despertó toda tu astucia, descolgarnos por su trenza hasta llegar al suelo una descomunal proeza ¡Menos mal que uso bolso de tiras largas!. Pasar la gota de agua que cayó de tu terraza un espectáculo. No entiendo porqué devolvimos el submarino tan pronto. Fue una suerte, inmensa, encontrarnos con Pepe microorganismo que nos arrastró a la orilla evitando rozar al virus de gripe que nos venía persiguiendo.  Casi que me enamoras, cuando te vi usar la patilla de mis gafas de diseño  Dolce y Gabbana con bellos pases de esgrima, luchando a muerte, con aquella hormiga. Descolgarse por el ojo de tu cerradura, encontrarnos en medio de la mancha de pintura y encontrar el Santo Grial, fue una locura. Aún recuerdo el olor a aceites y barnices, recuerdo tus bamboleos de borrachera seca. Sacudir la cabeza y ver como caen gotitas de pintura, me sigue sucediendo.

No, nos queda más que tirar del velo. Pero antes, saca la tarjeta de crédito, tomamos un taxi, nos plantamos en el aeropuerto, salimos en el primer vuelo a Australia y en un momento nos plantamos en casa de Juanito como sus rododendros.

Venimos a compartir contigo nuestro descubrimiento y de paso, dejamos pasar el tiempo. Nuestros amigos han acabado con todas las existencias de Aspirinas y Alka seltzer en Madrid. Llegaran a casa de él mañana. El espectáculo esta vez, fue público.

¡Me alegro, pasad! tengo invitados

Ni fotocol, ni flashes de miles de fotógrafos, tampoco  huidas en coche de los paparazzi, cenas, comidas, fantásticas giras de conferencias por todo el mundo. El Santo Grial se lo devolvimos al Rey Arturo en pago, de agradecimiento, por contarnos sus aventuras.

Además, ¿para qué diablos queríamos un vida eterna, si ya es eterna la vida?

Si nos agobiamos, luego, sólo tenemos que llamar a uno de esos bellisimos y fascinante vampiros y zassss Amante nuevo y vida eterna con una pizca, de paisajes sórdidos para darle más misterio.

¡Fantástico!

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