viernes, 18 de junio de 2010

Romper rutinas. Actores y directores

Aprendí tres cosas importantes como actriz:
  • Esconde y más tarde esconde, todos y cada uno de los procesos internos de creación del personaje.
  • Habla de obstáculos y caminos que se manifiesten el la relación íntima con tu personaje, sólo, con otros actores. Evita las preguntas del director y no escuches al equipo técnico, en estos derroteros.
  • Cuando logres control sobre los dos primeros puntos, habla con todos, en mesa redonda, de tu relación con la pieza.
Trabajando como directora aprendí tres cosas:
  • Respeta y más tarde respeta. No pidas explicaciones de procesos y caminos internos. Aprende a recibir regalos creativos y no a exigir el control que no tienes, ni debes tener.
  • Habla de las relaciones que estableces en el equipo artístico, con sus ideas y sus emociones con cada uno de ellos, a solas.
  • Cuando logres control sobre los dos primeros puntos, habla con todos, en mesa redonda, de tu relación con la pieza.
Contar experiencias sobre la relación de actores y directores es un tema complicado en un contexto en el que se mezclan profesionalidad, más emociones. Sin embargo, la profesionalidad es simple y fresca. No se complejiza más que por un error de cálculo: un director no es un profesor.

Cuando dirijo evito, como la peste, la postura corporal de un director al uso, sentado en su silla, apoyada la cabeza en su mano. Bolígrafo acostado en una libreta que descansa sobre unos muslos inertes y envidiosos del movimiento que se dibuja en la escena. Un director inmovil tiene poco que aportar en una labor donde todo es acción y demasiado tiempo, sin hacer nada, da hueco a una cantidad ingente de pensamientos erróneos y equivocados intentado leer una vida que no le pertenece porque no la está más que observando.

Cómo actriz sólo me gustan los directores que no están muertos. Cómo directora sólo me gustan los actores que de reojo me miran al oír indicaciones, que se ocultan luego y más tarde despliegan el detalle de que lo no veo. Se trabaja con todos pero son estos los que se llevan mis desvelos creativos y a los que dedico insomnios a ritmo de humo y tecleo.

Hablando de actores. Marlon Brando visto por Elia Kazan

"Tenía en él algo de maravilloso: yo le explicaba lo que quería y el escuchaba, pero su atención era tan total que hablarle era una experiencia asombrosa; no contestaba enseguida, se iba y hacía alguna cosa que a menudo me sorprendía. Y pensabas ¡Señor, es mejor que lo que yo le he dicho! ...
Era casi como dirigir a un animal genial. La confías alguna cosa, y esperas; hay que esperar, como si fuera, por ejemplo, a invernar; y luego todo reaparece más tarde. No sé, mi descripción es externa. Pero él lo tiene todo. Una sensibilidad y una violencia terribles, una gran inteligencia; tiene una intuición extrema."

Esa intuición es un proceso infinitamente trabajado aunque un director no lo vea, ni lo conozca. Pertenece a una profesión que estuvo antes que la de un director, que la de un técnico. El esfuerzo, por mecanizar procesos increíbles donde las emociones, las ideas, los objetos adquieren valor para compartir experiencias con un público que ni sabe, ni tiene porque conocer, es descomunal. El entrenamiento es brutal. El trabajo, por hacer tuyas técnicas ancestrales, terrible. Y por si algo nos fuera a quedar en el tintero, el despliegue que ha de realizar un actor para hacer una síntesis compleja de todos los elementos que conforman una pieza, arrancarlos de su mente, llevarlos de paseo por el alma y sacarlos a fuera es una tarea de titanes que precisa, además, de una sutileza infernal para hacerlos aflorar  ¡Como para dejar que entre elefante en la cristalería!. 

Respetar este arte del actor milenario es la prueba de quien ama realmente las artes escénicas.

Cuando esto sucede, la experiencia, es la de trabajar para un espectáculo completo y podemos entonces empezar a tratar el trabajo con profesionalidad perfecta.

Y al director le queda; reconocer que cuando todos duermen y descansan envueltos en miles de sueños de éxitos, eres tú quien está paseando por los andamiajes del teatro, resolviendo, apurando, inventando y preparando. Eres quien guarda la llave que abre el sueño de todos, público, autor, técnicos, administradores, productores, actores y personajes.

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