lunes, 30 de agosto de 2010

Montgomery Clift. La muestra de sensibilidad masculina



Verle con Elizabhet Taylor en estas secuencias es un verdadero placer. Son dos monstruos que trabajan sincopados y con una resolución perfectas.


Montgomery Clif, la memoria emotiva llevada a la belleza y el encanto de unos personajes masculinos más instrospectivos que marcarán un después de personajes duros, vacíos y llenos de estereotipos disfrazados de testosteronas. Monty marcó en mi la posibilidad de encontrar, entre los hombres, amigos que verdad, porque gritaba con descaro, que pueden existir estos espécimen de hombres donde la masculinidad cohexiste de forma paralela a la feminidad, encontrando plazas donde los dos géneros pasan el rato, sin batallas crueles y ridículas.


También sugirió de forma abierta y clara un lugar interno donde los estrógenos y la testosterona se encuentran para dibujar un carácter propio más afable, más comprensible y más auténtico. Donde el equilibrio entre masculinidad y feminidad se relacionan para dibujar una persona completa.


De sus técnicas interpretativas admiro la bella introspección que dibuja la memoria emotiva pero nunca supe distinguir donde acaba el personaje y donde comenzaba Monty.


Me suele pasar cuando veo esta técnica en acción. No soy proclive a admirar esta técnica nada más que cuando soy capaz de apreciar y ver la personalidad del actor logrando traspasar la capa reflexiva que promueve y no la termino de considerar técnica perfecta porque no incita a buscar más registros que los que se poseen. Si tienes suerte de tener un halo atractivo de personalidad, estás salvado como actor, sino es así, mueren los intentos en caras de poker y cuerpos encogidos por la tensión del conflicto interno. Hay que reconocer, eso si, que Monty poseía ambos, técnica y una personalidad arrasadora que traspasaba cualquier capa de resistencia hasta dar golpecitos de alerta a mentes dormidas en las salas de espectadores.


Sin embargo, siempre he considerado que es una técnica necesaria en el proceso de formación porque promueve la concientización y la toma de contacto con los procesos internos que dibujan los personajes. Sin esta conciencia, los resultados externos que provocan técnicas más ubicadas en el desarrollo de la acción física, se empequeñecen hasta dejar a la vista juegos estereotipados de dudoso gusto por lo inconexo del despliegue sin control sobre la emoción.


Verle en esta secuencia de "El juicio de Nurember" es asistir a las delicias que el trabajo de un actor puede ofrecer desde la primera fila.


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