lunes, 4 de octubre de 2010

Desvirtualizandose

Del Robertus el primo de Erasmus a encuentros inolvidables que traen colas que abren campos de juego.


Dicen las malas lenguas que de miedos ando poco sobrada. En realidad, puede que los tenga, pero los fuertes entrenamientos, dan recursos, donde se terminan apagando los terrores que, por puro aburrimiento, se acostumbran a ser hábitos de precaución extrema. Si no supiera hacer esto, la vida no me depararía ningún tipo de sorpresa. Sólo poseería una visión oscura, que traería sonidos de goznes que chirrían antes de cerrar puertas. Las puerta cerradas traen aires que huelen a humedades y dejan sabores de soledades. 


Decía un viejo profesor de teatro que tuve, que una persona sola, siempre llega a conclusiones erróneas, le digo yo, a mi viejo profesor de teatro, que es cierto y que además, promueve actitudes que no traen cuentos, ni proponen retos.


Si no me encuentro con André Bretón, para contarle que envío trozos de vida, ideas, emociones para que otros terminen, el collage empezando juegos del todo atrayentes. Puedo dejar notas que cuenten el como abrir espacios donde la colaboración mutua se gestiona en lugares que nacen de un sentimiento de corazones abiertos, que, sin embargo, no pierden ritmos en la carrera por conseguir objetivos.


Pitillo apagado entre los dedos, una tónica que refresca mi boca calenturienta de palabras emitidas por pura rutina y recostada en un sillón de diseño, busco entre las gentes que traen los brazos abiertos. El teléfono, colgado del meñique de la mano derecha, emite tweets a velocidad de vértigo, acostumbrado ya a revuelos y cacareos con evidentes tendencias dadaístas y surrealistas. Un pequeño dedo meñique que conoce caminos secretos que logran distraer la mente en juegos de palabras que traen frescos alimentos de creatividad ardiente. 


Del asfalto surgen caras que antes era dibujos planos en redes sociales. Las caras traen palabras, las palabras esconden historias, las historias exigen diálogo, el diálogo abre vínculos, los vínculos traen deseos de compartir experiencias, las experiencias compartidas tienden a bosquejarse en proyectos, los proyectos terminan en propuestas, las propuestas abren puertas de esperanza, la esperanza trae recuerdos y mañana, de quince amigos, traigo una mochila de quinientos. De los quinientos terminan brotando suspiros que alimentaran vientos que reventaran de mejoras mundos enteros.


De enviar trozos de vida, ideas y emociones terminas trayendo trozos de vida, ideas y emociones al mundo complejo que llamamos vida y que yo, en secreto, llamo campo de juegos.


Desvirtualizarse trae extraños consejos y de donde habían caos diversos que andaban prisioneros aparecen creaciones que saltan la esfera de los sueños para convertirse, como por arte de magia, en estructuras complejas que te traen a cuenta.


Salgo para tu casa.



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