martes, 5 de octubre de 2010

Momentos inolvidables desde acantilados negros

















Acantilados negros,


De apariencia fríos pero que chamuscan pies descalzos. En apariencia, monstruos, que no dejan aceptar cercanías de aguas tiernas que lamen piedras. En apariencia horribles lamentos de tierras secas que vomitan lavas que asustan pero que son mías, como mío es el mar, que calma fiebres, que llegan desde adentro. Míos, por que,  a pesar de las apariencias, dejan distancias convertidas en alturas que hacen sentir la grandeza de una naturaleza que soy yo, cuando mira desde el silencio obstáculos que trae el viento, movimientos que mueven mundos, soledades que se convierten en poderes ocultos que levantan cenizas para convertirlas, en sueños, que acaban transformándose en retos.


Desde arriba oteo infinitas posibilidades y espero, hasta tomar la dirección que dibuja los paisajes atractivos, los que, por el momento, más me apetece pasear. Bajar, es más fácil que subir, pero estar arriba es desear sobrevolar el laberinto sin la sensación de ahogo que no ofrece perspectivas.De algo estoy segura, tuve una suerte bárbara naciendo entre gentes que se identifican con trozos de terruños que aíslan para aparecer, de nuevo, como olas que traen calma a acantilados viejos.


¡Que no bajo! que subas que yo aquí te espero.Ven comido que bajaremos a la hora de la cena. Y ya está.

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