La cabeza de tu vecino. Semejante paisaje de plantación de trigo merece un cuento y casi dos
Que hallamos tenido que cruzar su cabeza como si de un campo de trigo se tratara tiene una explicación simple, no es que tu vecino necesite un palacio para guardar semejante casa de cerebro, el asunto se reduce a nuestro pequeño juego con unas Gafas Dolce y Gabanna con cristales de dioptrías de la gama más alta para conseguir encontrar el Santo Grial, en una gota de pintura, pero y aquí si que tenemos que ser serios, si confundimos su cabeza con un campo de trigo, es que es rubio y si encima tuvimos que descolgarnos por su larga trenza, es que es algo más que rubio, no es habitual que en este país que habitamos veamos de forma rutinaria cabezas rubias, con largas trenzas. Este detalle, es lo que despertó nuestra curiosidad y por el que le declaramos material no solo de un cuento, sino de casi dos. Fue tu pluma de escritor viejo, la que se volvió loca anotando márgenes con imposibles leyendas ¿Que hace un vikingo en estos madriles de papas bravas, sangrías, flamenco y miles de noches de fiesta? Si es vikingo llegó en una máquina del tiempo pero, pero ¿Que hace en Madrid, no debería estar cerca de la costa? ¿Hizo su viaje desde el pasado o nos viene a traer noticias de un futuro distinto al que pensamos? ¿Y si es vikingo, como es que no pudimos, en nuestro paseo, encontrar cuernos atados a un casco viejo o nuevo? Siendo vikingo ¿es posible que pueda ofrecernos aventuras fáciles o más bien difíciles? ¿Conocerá la cerveza que hoy destilamos y que le parecerá en comparación con las de un pasado viejo o un futuro nuevo? ¿Que impresión la habrán causado las aceitunas? ¿Guardará secretos importantes para la humanidad actual?
Tu pluma preguntando, mis elucubraciones dignas del más avispado de los investigadores, el mundo de las posibilidades dando vueltas y miles de mareos después, acabamos con nuestros cuerpos en la farmacia de nuestra querida Catwoman farmacéutica. De allí sacamos una cajita de aspirinas y una respuesta: Lo primero, es hacer la pregunta correcta y al interlocutor adecuado. Salir pitando a casa de el personaje que nos traía con la sesera al viento fresco de un noviembre más que extraño nos costó media aspirina, dos cervezas y devolver favores anteriores al Pirata de la Noche, que pagamos, escuchando sus quejas y lamentos por el retraso la boda de una de las ratoncillas lindas que terminaba enganchándose al bautizo de un sobrino que le había nacido, hace dos páginas de un cuento.
Tocar al timbre y descubrir que la realidad, por momentos supera a la fantasía, sucedió en un solo momento, que de vikingo nada, vikinga si acaso. Alta, robusta, con voz de camionero. Rubia y trenza al viento que al descubrir quienes éramos, nos confesó que de nuestro encuentro había sacado novio porque al tirarle del pelo, solicitó ayuda a un paseante distraído para que le ayudara a volver a poner la traba con flores de terciopelo que nosotros dejamos caer al suelo en nuestras andanzas, dos hijos llevaba ya colgados de sus orejas y nosotros sacamos un café y la invitación a una boda que terminó enganchándose con la boda de una de las ratoncillas lindas al haberla retrasado.
¿Te lo dije o no te lo dije? era material para un cuento, casi dos o ¿no? Ahora tendremos que contar como asistimos a dos bodas el mismo día y ayudamos al Pirata de la Noche a hacer lo mismo con el bautismo de su sobrino ¿O no?
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