martes, 7 de junio de 2011

Momentos inolvidables entre cadilejas

















Momentos inolvidables desde entre candilejas.


Candilejas viejas que rompen monotonías creadas en vidas que parecían anónimas y que se vuelven cegadoras a la luz brillante de focos que tapan caras que quedan ocultas tras la oscuridad donde se enreda cualquier sonido o eco de inseguridad que vuelca estómagos que deben ser entrenados para acatar ordenes de un cerebro que acumula palabras que bailan al son del mensaje único. Cerebro entrenado en acatar direcciones de un cuerpo que debe fluir por el espacio amasando toneladas de detalles previstos que han de ponerse a bailar con toneladas de detalles imprevistos y que nacen de cualquier segundo y de cualquier espacio que guarda un silencio atronador que nunca devuelve eco y repetición, sino infinitas reacciones dispares que debes volver a unir. 


Dirección única con millones de posibilidades para llegar a la meta. Calles paralelas, recovecos que viven en diagonales eternas, rotondas que desembocan en direcciones contrarias, pasajes, callejuelas, plazas, callejones con y sin salida que deben terminar en la siguiente palabra que trae tu texto ya incorporado a un cuerpo que vive en la actitud  concentrada y alerta de las orejas de un gato.


Quédate y a la salida te encuentro. Ven, tomamos algo y te cuento que a pesar de la fatiga del que mueve mundos enteros, durante horas vivo en el estado de excitación que fluye de la satisfacción de lograr la expresión y la comunicación perfecta. 

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