jueves, 13 de mayo de 2010

Hablando de Stanislavski

De vuelta al inicio, le conocí en la isla, le traje en la maleta hasta Madrid y le tengo, a la vista, en la estantería de lecturas muy útiles.

Konstantín Stanislavski. Se presentó de forma cortés.

¿Cómo está usted? Y charlamos, por primera vez, en la biblioteca del pueblo. Le encontré lleno de polvo en una de las habitaciones donde se amontonaban miles de tesoros, que al parecer, solo leía yo.

Me lo presentó la revista "Primer Acto", encontré un artículo donde aparecían unas notas de dirección que Stanislavski había realizado para "La Gaviota" de Anton Chéjov Las páginas de este cuaderno de dirección están llenas de infinidad de notas de acciones físicas muy concretas. Pensé que tomándolas solas, evitando el texto, mantenían una disciplinada composición en movimiento y les di un nombre partitura de acciones. Copié sólo "la partitura" en una de aquellas libretas que ataban las hojas con grapas a unas cubiertas en folio de color verde claro y después de sacudirle el polvo de las hombreras le deposité donde lo encontré.

Olvidé el nombre, claro que con ese nombre, cualquiera. Pero llevaba "la partitura" en mi bolso de paja, donde también guardaba mi toalla de playa, a todas partes y de allí salían otras partituras nuevas que el público que me veía subida a los escenarios agradecía.

Unos cuantos de miles de aplausos y risas después me volvieron a hablar de este señor. Al principio, no le reconocí, un par de años pero había cambiado tanto. Eso sí, ahora aprendí su nombre.

Años de memoria emotiva, de paseos interminables por laboratorios de investigación teatral, de negruras de pérdida. De pinchos de tortilla y claras en bares del barrio de Lavapiés, de amargos días de alejamiento del proscenio y una duda ¿Si Stanislavski al final de su vida dijo? tiradlo todo y empezamos de nuevo, lo importante son las acciones físicas. ¿Cuál es el porqué de tanta vuelta?

Cuando casi le odiaba, volvieron a rescatar para mi al Stanislavski al que había limpiado de polvo las hombreras. Raúl Serrano se sentó a mi lado y abrió el baúl de los recuerdos, lo mío son las risas, el estruendo del arte, las grandes explosiones interactivas con el el público.

La pedagogía teatral de el señor Konstantín Stanislavski, desde luego no era la pedagogía teatral con la que se enseñaban sus descubrimientos en Madrid.

Así que se me empezó a "extrañar" todo por lo que estaba luchando en ese momento. La libreta que guardaba "la partitura" se convirtió en un arma, se convirtió en alfombra voladora y salí por la ventana.

¡Que mal, otra vez, con estos pelos!

La libreta la perdí, en una de tantas mudanzas. Pero Stanislavski ahora es mi amigo y con él vivo infinidad de hermosas experiencias.

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