Fa en clave de rescatar la lágrima que cae del Pierrot de papel.
Momento bucólico que comentaremos a la luz de la luna en el porche embellecido con rododendros de la casa que Juanito tiene en Australia. Guardamos la lágrima en un bote de cristal y nos curaremos con ella de todos los males de amor que tengamos que sufrir aún, compartiendo chácharas de momentos íntimos.
Perfecta comprensión del lenguaje del riesgo. Clara predilección por las aventuras mágicas. Alma comprometida y salvadora en cualquier oscuro encuentro. Revolución creativa a la caza de soluciones oportunas que olvida la conversación amigable y desenfadada para ocupar los espacios con elaboradas estrategias que acortan distancias. Ni un solo ápice de reflexión en el instante, Reflexión que corre a guardarse en la mochila esperando el final del cuento. Estado de alerta que se manifiesta de forma constante.
No encontraremos un look que nos haga juego. Podemos disfrazarnos de gatos por si se nos pegan sus vuelos. Pero da igual que vallamos en zapatillas de andar por casa o en tacón de aguja después de salir de un estreno en la gran manzana.
¡Elegiré los tacones!
Unos tacones altos y negros para enriquecer de forma perfecta la estructura dramática. ¿Qué gracia tiene trepar al reloj, que un petardo colgó, de la luna donde vivía tranquilamente Pierrot con zapatillas de andar por casa? Ninguna. Es preciso romper el tacón de aguja para descolgar la aguja retorcida y quemada, que interrumpía la rutina que marcaba aquel reloj de cuento y de noticias reseñadas en el pantalón del Pierrot de papel. colocar, en su lugar, el tacón y dejar que el segundero siga marcando el largo devenir del tiempo.
Es una lástima que cure las penas de amor la lágrima de un Pierrot lleno de desconsuelos, pero la necesitamos y ya conseguida. ¿Qué nos costaba tratar de convencer a la casquivana Colombina?¿ 20 jarras de cerveza, 5 kilos de mariscos, 16 tequilas con sal y limón, 25 gigolós perfectos, 5 baños en piscina cubierta, 40 fiestas, un poco de canela y los polvos mágicos que te dio tu abuela?
¡Te lo dije! Nos salía a cuenta empezar esta historia, justo en el momento, de salir de un estreno, en la gran manzana. Está claro, nos salió caro aquello de actuar de Celestinas en atmosfera cero. Del bolsito lleno de brillos saqué mi tarjeta de crédito, pagué y bajamos, "yo cojeando" por las escaleras que suben al cielo.
Envueltos luego en rododendros abrimos el bote que guarda la lágrima preciada y como si de un Chanel se tratara nos perfumamos enteros. Mientras, Juanito, me da un masaje, estupendo, en mi pierna destrozada comenta nuestras andanza:
¡De esta aventura, por favor, a vuestros amigos de la ciudad, no contéis nada! Nos ordena Juanito, mientras nos sirve un plato exquisito de deliciosas lágrimas de cocodrilo. Estás otras lágrimas ocultaran, a vista de ojos incrédulos, vuestras hazañas.
Pero ni a ti, ni a mi nos importa ya nada. Adiós acabamos de decir al dolor que provocan amores perdidos en calles ya abandonadas.
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