Oceño, Asturias:
Sabor a hielos y olor a tierra mojada. Gentes serias pero enmarcadas de grandes sonrisas y asustadas compañías de brumas que se esconden por los recovecos. Paz, sosiego, soledades con bandas sonoras de silencios. Agua en forma de lluvia, agua convertida en nieve. Agua, agua, agua donde nadan miles de sentimientos. Ocultas historias de pueblo viejo acompañadas de queso y chorizo en calientes cocinas que saben a alegría de niños traviesos.
Miles de grises, miles de verdes que despiertan mis sueños más poéticos.
¡Tendré que volver en verano!
Estoy ya en casa. Ven, sube caramelos de menta, preparo tazón de chocolate caliente y te cuento mi primera experiencia en esto del cine.
Es fácil, te sientas y escribes sin más quebradero de cabeza.
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