lunes, 6 de septiembre de 2010

De recuerdos por la Fira del Teatre en Tárrega

Espacios donde la creatividad fluye


Porque ésta semana estaré de nuevo en Tarrega. Admirando la explosión creativa que nace de equipos artísticos que leen contextos para explicarlos, dotándolos de gran belleza. 


Allí estaré recogiendo estelas de gestos con las que inventaré espacios nuevos donde puedan jugar todos como esos artistas viejos. Los acercaré, los alejaré hasta descubrir nuevos campos de juegos. Recontando mensajes, los anotaré en una libreta cualquiera y en conexión interna con ellos lograré diseñar sueños para que otros puedan jugar con ellos. 


Siempre me resulta un placer inmenso nadar en aguas donde las palabras logran ser entendidas en su plenitud de significados. Es como estar en casa, justo en esos momentos, donde yo, mis libros, mis experiencias, mis sueños, mis retos ocupan todo el paisaje y me explican por dentro. Allí donde los discursos son entendidos en tres dimensiones y donde las efemérides, los sucesos ordenados o no, no tienen cabida. 


Zapatos cómodos, ropa más cómoda aún y un abrigo porque las noches se pintan frías. Da igual el color y la forma porque no hay combinación alguna que compita con la marea colores que se desplazan por calles y callejuelas viejas. Mareas de cuentos que saltan, juegan e inventan diálogos eternos que hoy empiezan pero nunca sabremos cuando acaban. Maquinarias viejas que muestran utilidades nuevas a cada paso que das por plazas y teatros. La fiesta de la innovación constante, de la nueva mirada que revela cambios donde antes solo habitaban muros que solo invitaban a saltos imposibles. Donde, a diferencia de otros ámbitos, el cambio, la visión nueva, el nuevo uso se aplaude más que a nada. Donde todos esperan lo nuevo, la sorpresa, el invento.


Mañanas de mercadeo donde te sientas y esperas explicaciones que buscan conversaciones de profundidad inmensa. Revisiones interminables de contextos que intentan mejorar cualquier aspecto que sea mejorable. Ósea, que o me quedo corta o te cuento que son mañanas que analizan todos los contextos y los no contextos aún por inventar. Mañanas locas donde muere, sin remedio, todo el miedo. 


Tardes de largos paseos por interiores que explotan al paso de una palabra o de un simple gesto. Donde dejas que todo sea contigo y participas de conversaciones sutiles por huecos donde no pasas en rutinas diarias. Donde eliges al más innovador, al que más conversa, al que más sabe de diálogos, al que tiene perspectivas más contrarias a las tuyas, al que transmite mejor, al que sabe componer sueños. Son tardes espléndidas donde siempre compartes experiencias.


Noches que acaban en pequeños locales que andan inquietos de cansancio abrumador pero que extienden jornadas para entre una cerveza, un pitillo y una tapa, a esas horas ya, de lo que sea, encontrar la forma en que tamaños encuentros reviertan en salud, belleza y ayuda para clientes, empleados y empresas que deberían empezar a jugar a la petanca en lugares de encuentro que ya no les aportan nada.


Pies en alto y frescos que descansan noches cortas y que a la hora del alba están dispuestos a recorrer nuevos sueños. Pies que se apresuran para llegar a encuentros nuevos y que se sorprenden y paran un momento cuando, allá, en aquella esquina, descubren al amigo que fue parte de tu familia hace dos años, cuando montaste tal texto. Al amigo que abrió contigo puertas y puertas y más puertas. Tarrega, siempre está llena de esos amigos viejos.


Un secreto, de las notas, casi nada aprovecho más allá de nombres y teléfonos y es porque siempre espero que lo que veo, escucho y hablo toque pozos profundos donde mi creatividad anida para unir todos los cabos que en un cuaderno quedan siempre sueltos. Pero acabará la Fira y de regreso a casas, oficinas el momento de ordenar interiores con las muestras externas recogidas.



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