jueves, 30 de septiembre de 2010

Vínculos. Técnicas de actores útiles para todos

Puntos de anclaje que atan personalidades a acciones concretas transformándolo todo


Si los vínculos no existieran no se llenaría de diferencias cualquier tipo de acción que corra detrás de un objetivo cualquiera. Los vínculos atan, cuando no son tratados como herramientas, los vínculos liberan cuando puedes observar que de ellos nace el color y el sabor de las acciones que te planteas. Hablar de vínculos sin hablar de acciones y objetivos es intentar substraer la base que crea ambas esferas que hablan de comportamientos, de caminos que llegan y se van por dentro y fuera de tu cabeza pero ellos están donde nadie sospecha y son los que mueven mundos que esperan palabras.  


Los vínculos que trata un actor hablan de los que se generan en su esfera personal que le obligan o le impiden mover cualquier pieza por pequeña o grande que sea y en ese espacio, el actor, funciona exactamente igual que todos las personas que le rodean. Hay vínculos que nunca mueren aunque mueran las personas que los crearon y de ellos habría mucho que hablar, si no estuviera yo pensando, sacar la utilidad máxima en tareas creativas concretas. De los vínculos que nacen a los vínculos que inventan personajes que pululan por cualquier escena. Si he de matar a mi hermano, crearé una escena distinta, a la que crearía, si a quien tengo que matar, es al tipo al que nunca vi su cara. Si me enamoro de Pepito, resultará distinta historia, si Pepito es mi tío o es el tío de alguien a quien no conozco aún. Si soy reina y quiero quitarle el novio a mi doncella, será distinta escena, que si es el novio de mi madre o de mi hermana.  Los vínculos darán resultados distintos a un trabajo que en realidad habla del mismo objetivo y que plantea las mismas acciones matizando todo de miles de colores, sabores, susurros, vientos y mareas.


Como resulta tan evidente contar estas certezas, tanto que un actor nunca olvidará aunque, aún no sepa de técnicas, que existen estas diferencias vamos a dar una vuelta de tuerca para contemplar la profunda importancia que tiene esta herramienta, que por simple, sin embargo, es muy compleja.


Herramienta de actores, de directores y de autores que saben que que sus personajes, sus misas en escenas y sus historias, no serán escuchadas, sino logra crear vínculos con un espectador que ni siquiera conoce. Ellos construyen llamadas de atención hacia la pieza en espacios emocionales que captará atenciones hasta obligarlos a llegar a la puerta de teatro. Los títulos, a diferencia de los slogans publicitarios, llevan poesía que envuelve todo el concepto, la imagen que aparece en folletos es siempre bella y contiene esencias de estéticas que hablan de objetivos grupales. La publicidad no ocupa espacios televisivos de 1 minuto (alguna vez se intento pero fracasó siempre), se ubican en lugares donde las palabras alcanzan, al menos, quinientas líneas. Las palabras son siempre sinceras y han de estar llenas de emocionalidad y explicación de esfuerzos. El mensaje se anuncia, a pesar de que hasta que no lo vean, no lo entenderán. Sea consciente o no, el espectador que los elige, es el espectador que se espera.


Si el vínculo se crea y se trabaja a conciencia hasta dar con la nota que lo haga aparecer en segundos. El autor, el director y el actor, saben que ha de vincular al espectador con el personaje bueno, de aquella manera. Con el malo, de aquella otra forma, para que el mensaje sea captado en su máxima expresión. Así, nunca verás una historia que acabe en tragedia o comedia que no te cuente el porque, el para qué, el como, el cuando, el que del personaje que matará o será muerto y Ojo: que te será contado desde el punto de vista de quien sabe, que en veinte minutos has de odiar a este para amar a aquel otro, en cinco segundos, porque el vínculo se construye en función del mensaje que, al final, es lo único que importa transmitir a un equipo artístico cualquiera.


Contado, contado, contado o mostrado y para que me entiendas, en su aspecto más simple se muestra en un: "Porque no hacen falta muchas palabras para lograr que un espectador se identifique con un personaje o para que odie al otro". Pero, lo más importante de este tema, es que podemos investigar cualquier fórmula que termine convirtiéndose en estética para poder transmitir el mensaje de la forma más perfecta. En definitiva, un artista, cuenta cuentos de una u otra manera para llegar a tu corazón, tu alma, tus tripas y tu cabeza y allí entablar un diálogo eterno para ver si juntos, encontramos una solución, a algo que me preocupa y que creo que debería preocuparte a ti también. Por todo esto nunca verás un artista o un equipo artístico que tenga clientes, sino que se arropa con fans.


Si no vemos el valor del trabajo sobre esta herramienta, nos perdemos la posibilidad de observar campos de comunicación que generan beneficios muy altos, en vidas personales, en vidas laborales, en proyectos, en empresas y en cualquier sueño.


El profesional de las artes escénicas debe aplicarse a fondo para encontrar todas la formas de aplicación de estos conceptos para llegar a convertirse en el que mejor expresa.

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