Desde espacios que se abren para que corras riesgos
Dando lugar a equívocos aparecen las horas muertas que dedicas a curar viejas heridas. abiertas como bocas que dan directamente al infierno de las impotencias, que se manifiesta, como líneas paralelas a un finito horizonte, que marca límites, permitiendo que la incongruencia campe a sus anchas en pequeñas plazas hasta terminar creyendo que no hay más camino que el lento paseo por calles conocidas que dan a parques más conocidos aún. Heridas viejas provocadas por el eterno roce de hábitos más viejos aún que pretenden hacerte creer que más allá de ellos no hay vida posible o que la vida no es posible hasta que el dolor, convertido en insufrible determina que si no hay vida después del límite que marca esa boca abierta, da igual porque no que no vas a tolerar es más roce en esa herida abierta.
Vertiginosas evoluciones de unas tripas revueltas de miedos doy un paseo cerca del horizonte esperando conseguir el momento en que barrigas cansadas de gritos y movimientos duerman para saltar, en un solo instante, hasta colocarme en el hueco en que se rompe la tela de lo imposible para dar paso al infinito mundo de las posibilidades.
Si no me crees ven que te llevo, dame un segundo que saco la mochila vieja del escritor viejo y nos largamos a conquistar espacios nuevos. Ni piques en la puerta porque abajo te espero.
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