No viste nada que, te llamara la atención más que la lucha en medio del conflicto y no existiría el evento escénico, si tú no fueras susceptible de atracción ante el suceso de que alguien en lucha estuviera a tu lado. Por confluir, confluye tu deseo constante de aprendizaje y la necesidad última de tomar decisión o partido para mostrarte como hombre y mujer de acción capaz de transformar el entorno donde habitas y no puedes resistirte a la posibilidad de dibujar un nuevo horizonte o ver como otros, pintan un nuevo paisaje frente a tus naricillas.
El conflicto aparece, siempre que dos voluntades se oponen, una defendiendo un status quo establecido y otra intentando modificar o dar un nuevo direccionamiento y aunque, a ti te parezcan, como nacidos de la más absoluta nada y desde la nada estallando en miles de fuegos de artificios, todos y cada uno de los conflictos han tenido un período de nacimiento previo a la explosión y todos fueron creciendo en el famoso mundo de la causa y el efecto generando ahora un camino, paseado a medias por el susto que provoca, no saber, a ciencia cierta a donde vas y la absoluta conciencia de que aquello que tuvo éxito en un pasado, de forma abierta, manifiesta ahora que se queda corto y cortando veredas muestra el ahogo de los seres que viviendo en la contienda, a pesar de los pesares, sigue creciendo y agotando todas las partes que quedan de aire.
Decía, un profesor viejo, que los conflictos siempre y en todos los casos quieren resolverse en formato de objetivos y los objetivos, en realidad, solo se mueven en dos direcciones o me quieres o te mato porque no me quieres. Matar, es tan simple para un actor como borrar un número de teléfono de una agenda y allí donde un te borro suena a amenaza pura, un te quiero aborda la tarea de recomponer, en el hueco dejado, otro número o el viejo, con ciertas precauciones, no sea que vuelva reproducirse la contienda.
Desbrozar conflictos es una tarea que termina depositando, encima de la mesa, aquellas circunstancias previas, subyacentes, los vínculos, los objetivos y que, termina desplegando una línea de acciones que terminarán todas respondiendo al para qué de cada una de las voluntades en contienda. Toma pues, una pequeña escena de tu vida y aborda la tarea, te sugiero, una simple y que no tome más de dos minutos porque entre para atrás y para adelante, te digo, que puede tomarte más de 10 foleos un pequeño intento, ahora, si lo intentas, podrás observar la potencia y los recursos que el "señor" conflicto dramático ofrece para crear escenas reales o ficticias que esperan ser representadas ante un público atento.
Hay dos tipos de conflictos, están los conflictos internos y de esos conoces miles de tormentos que exigen la toma de decisiones y que rompen almas enteras pero que encontrando el camino llenan de serenidad plazas enteras y ahora, toma otro reto, cuenta a alguien ese conflicto y verás como las tormentas se vuelve gigantescas hasta el punto en que terminas eligiendo que de contar el cuento, contarás solo trazas y nunca el cuento entero. Y ahora observa, que hay otro conflicto que aparece, nada más, resolver el interno y este se va afuera y por segunda vez, intenta, solo intenta contarlo a alguien que llegue de nuevas.
Siendo, el señor Conflicto, la herramientas más poderosa de atracción con las que cuentan las Artes, es preciso observarlo y elegirlo a conciencia para dar vida a los contenidos y emitir mensajes. Allí donde lo engarzas, allí donde aparecen escenas vívidas y audaces.
Que no dan miedo los retos en negocios pequeños o grandes, sean estos viejos, con cara de viejos cascarrabias, reflejadas en los ojos del interlocutor, a pesar de los esfuerzos de vender lo contrario porque de un conflicto interno y un deseo de cambio verdadero, se ganan confianzas y fidelidades enteras. O sean nuevos proyectos aún sin historia, ni cuentos vividos, porque del camino andado cara de bueno y cara de malo se nos va quedando y de cada cara podemos volver a hacer otro invento.
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