martes, 12 de febrero de 2013

Momentos inolvidables desde la nada

















Momentos inolvidables desde la nada

Inenarrable horror que marca la dirección de pasos que buscan torcer esquinas para encontrar lo perdido y al doblar encuentra nada. Ahogo y desesperación de ritmos bailados que ahora se alejan ocultándose entre los ruidos de tristezas y caras avejentadas que ayer, todavía lucían lozanas. País del Dragón, País del Dolor que torna al recuerdo de un Tennesse Willians que reconoces en cada mirada que grita "Háblame como la lluvia y déjame escuchar". Espaldas dobladas por el peso de responsabilidades que coquetean con la desesperanza de ser, siendo en la dignidad que, ahora, parece que se escapa. Filósofos caducos que de violencia llenan barras de bares muertos, lanzando píos a un hervidero negando la valía de quien le rodea, mientras buscan líderes allá en lo más viejo. Nada y desasosiego respirado en cada lamento.

Inenarrable honor que marca la dirección de pasos que buscan torcer esquinas para encontrar lo nuevo y que al doblar la esquina no encuentran nada. Ilusión y bocanada de aire fresco que baila al ritmo de las notas que juguetean ocultándose entre los ruidos de rutinas y caras avejentadas que sospechan que aún pueden volver a ser lozanas. País del Dragón, País del Dolor que torna esperanza cuando logra escuchar a quien habla como la lluvia. Espaldas erguidas soportando el peso de responsabilidades que coquetean con el fantástico mundo de las posibilidades de crear desde cero lo que ahora parece haber sido destruido por la indignidad que ensombrece, sin mácula. Filósofos nuevos que lanzan juegos huyendo de bares muertos, lanzando píos a un hervidero donde encuentran valor hasta en lo que temen, desestimando estatus y mirando de cara, con las mangas remangadas hasta encontrar solución a la desesperanza. Nada y esperanza respirando en cada paso.

Llamada perdida y en la esquina nos vemos. 

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