martes, 29 de abril de 2014
Momentos inolvidables desde el desespero
Momentos inolvidables desde el desespero
Agonías retorciendote las tripas. Que vas, que vienes. Que subes, que bajas. Que necesitas y buscas pero que no encuentras. Que te pierdes. Que te pierden. Que te olvidan. Que te olviden mejor, si pueden. ¡Que me dejes! que no puedo encontrar el hilo que roto ha terminado en descosido de necesidades o deseos. ¡Que me lanzo! Que me quedo quieta, muy quieta. Pequeña en medio de la sensación de impotencia. Gigantes, en medio, de la fuerza que busca culpables. La culpa extrema, externa, interna. Que no, que no salgo, que me quedo aquí fuera y no, que entro porque me quedo por dentro. Que no cuento. Que me cuenten, que me digan como queda la cuenta porque no la veo.
Angustias tocando a tu puerta. Doña ansias relamiendo la boca, mientras desde el mismo centro de la barriga, el silencio, un silencio que de pequeño termina ahogando llantos y lamentos para estimar agarrar al objetivo por la chepa y, sin mirar, ni atender a cuentos, más cuentos caminar, diciendo adiós al desespero.
En un chisque de tu mechero me tienes pegada a tu puerta. Sal, que aquí te espero.
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