"De la lupa al foco y tiro porque me toca"
La única condición que ha de cumplirse para que te veas inmerso en ser parte de una convención escénica, es que de alguna "extraña" manera alguien estime prestarte atención, seas tú consciente o no.
Ser consciente es transformar la lupa que no ves en un foco o transformar la luz que da un foco en el punto donde una vez te colocas, nadie podrá dejar de observar lo que haces o lo que no haces.
A más jugar, puedes intentar ser el mismo foco e iluminar lo que quieres que se aprecie y a más jugar aún, ser capaz de convertir las formas que se ocultan en las sombras en aquellas pinceladas que trasladan lo que da vigencia a la característica remarcada a base de buena luz.
De luz a sombras y de sombras a luz y todo el mundo pregunta por el valor de la persona que anda detrás de la creación del milagro, más, la mayor habilidad es la que logra expresar en encuadres específicos que ocupan tiempos y espacios concretos toda las posibilidades que la persona que juega no va a lograr manifestar, sin convertirse en personaje o avatar.
No hay persona alguna encima de ningún escenario que la convención escénica invente, hay características que vuelven a jugar para generar acción. Acción, sin la cual, no hay conflicto y te dejaría de interesar, Conflicto, sin el cual, no hay historia y sin historia no hay guión o mensaje que exponga a la razón del otro la cuestión que hace atractiva la exposición que provoca aquello de que de alguna "extraña" manera alguien estime prestarte atención.
Personaje o avatar, se apoya en la estructura del diseño de personas pero, no logran ser útiles, si la persona o proyecto no logra construirse en una expresión que el otro puede leer sintiéndola con verosimilitud, en un contexto de alta sensación realista pero conformándose como un compendio de características que determinan convertir en mito aquello que en realidad se oculta.
Solo, en el momento en el que la convención alcanza el máximo de realismo puede dar pequeños pasos hacia el estilo de absurdo, subrrealista, dadaísta más espléndido, sin que la platea no se rinda a la más estruendosa carcajada y desestime, sin compasión todo el trabajo.
No hay público que no quiera serlo, ni hay quien no quiera ser público porque no hay nada más atractivo para el ser humano que el ver, percibir, sentir y tomar parte en la capacidad de generar conflicto que tiene el mismo y el otro. Nada hay entre las curiosidades que mueven al ser humano más grande que saber y conocer cada trozo que le mueve en la sensación de vida y vida, sea esta escénica o sea real, no es más que el conflicto que da inicio al movimiento.
Y ahora, otro pasito. Venga va, juega, estima darte, persona que estás y seguirás manejando focos, desde la sombras, a no apoyarte en ti misma para dar comienzo a la extracción de características, encontrar verosimilitud y coherencia a los conflictos, sin los tuyos o tu propia historia.
Fuera eres según buscas expresar lo que hay dentro y quiza cueste entender que dentro eres aún mucho más estiloso y deconstruido que lo que el arte de la construcción de personajes y contenidos logrará nunca manifestar. Aunque quieras y te esfuerces en encajonar todo el valor en una línea de construcción, simple y Aristotélica, la formación que eres o quieras expresar, dentro, la persona que juega con los focos, es infinitamente más compleja y bella que lo que nunca logrará manifestar y expresar.
Así, pasito a pasito, vamos andando senderos para ver, como hacemos para poner en pie aquello de una conveción que me explique como marca personal, marca empresarial, personaje o avatar.
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