lunes, 5 de julio de 2010

De Robertus el primo de Erasmus

¡Valla, casi que se me pasa!



Tres semanas llevaba mirando ésta página de Twitter cuando apareció Robertus en escena. Había respondido mil veces mil a la pregunta con la misma respuesta ¿Que voy a estar haciendo? pues miro ¿Y tú?. Tres semanas esperando que contestara y nunca dijo nada.

¿Que pinta una artista en estos mundos salvajes de internet? hablaban bocas conocidas. 
Hasta que llegó Robertus y me contó que esto es un juego ¿Hay algo de los juegos que no tenga que ver con los artistas?

Con el pitillo en una mano, las patatas en la otra y vestida de Armani me divierto encontrado, buscando y regalando. Sorprendida de los juegos viajo revoloteando por los humos de quien escucha. Posando vasos en "extraños" arrodillo mi asombro ante tanto talento desplegado. Recubriendo zonas muertas de rápida creatividad. Fresco y veloz como el mar revuelto que pulula por el asfalto ardiente de una gran ciudad. Revuelos y escarceos con claras tendencias dadaístas, surrealistas y todos las tendencias acabadas en istas que llegaron, se fueron, volverán y las que están por inventar. Juegos de palabras que despiertan los sentidos. Binomios fantásticos y requiebros que desembocan en alocadas formas que juguetean de mente en mente abriendo las compuertas de miles de ideas nuevas. 


Es una pena que no pueda contarle el nuevo invento a André Breton, que de juegos de asociaciones creativas que generan, caos diversos, andaba prisionero. 

Enviar trozos de vida, ideas, emociones para que otros terminen, el collage, empieza a ser el juego más atrayente. Retazos de sentimientos que se engalanan de ideas. Colaboración donde antes estaba el grito y la exigencia de sumisión. ¡Que de cuentos nuevos! ¡Que fantástica exposición de intelectos! 


Me acabo el cigarro y empiezo que ya me contó un amigo que es distinto escribir para un blog, para un tweet o para un e-mail. Se te enredan las ideas y confundes simplezas con complejas profundidades. Lo personal con lo eventual, la rutina con las mareas de la vida. Lo breve y perenne con los largos y duraderos que hay que arrancar, pronto, antes de que no te dejen huir o avanzar raudo por los paisajes nuevos de las estaciones del alma, en sus juegos con la mente y los miedos.


En dos minutos te veo.





 

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