miércoles, 13 de octubre de 2010

Remesas de Alka Seltzer

Lo que si queda claro es, que si pasamos parte de nuestro tiempo en esa farmacia, reclamando Alka Seltzer y la nombramos tanto, ésta farmacia, se convierte en material de cuentos.


Revelar que el dispensario está en la esquina de la casa es caer en la obviedad más vulgar y dar por simples a unos lectores tan dedicados. A ver, dime, para sentir la necesidad de comprar semejante medicamento, es preciso estar bastante perjudicados, por no tener en cuenta el contar con una previsión de vitamina B11 cuando vamos a eventos. Y si tan perjudicados vamos, ¿alguien podría sostener la tesis de que hemos ido a la farmacia que está a en la otra punta de la ciudad? Imposible. Está claro que es salir del taxi, comprobar si está abierta y si no lo está, llegar como puedes hasta la nevera para sacar 2 litros de agua y arrastrarlos, como puedes, hasta la vera de la cama. Si la cosa va de que la habitación no para de moverse, tomas miles de litros de agua y a la mañana, no recuerdas que la farmacia estaba cerrada y que su turno de urgencia, deberá corresponder a la semana que viene. Pero si la cosa va de que caes redondo y no te despiertas, después de calzarte los zapatos, sales corriendo y en pijama hasta la misma puerta y desde fuera gritas ¡Mil kilos de Alka Seltzer, por favor! esperando que te atiendan, antes que a las personas que ya estaban allí, quietas . Es entonces, cuando despacio, despacio llegas y tomas el primero con el agua calenturienta que está a la vera de tu cama.


Lo que siempre me fascinó es el ¿De donde sacan mil kilos de Alka Seltzer y donde los guardan? Así que, ahora mismo, sacas tu mochila comprada en Coronel Tapioca y tu bastón de escritor viejo. Yo me vestiré de espía que vivía durante la guerra fría y nos lazamos a tomar notas para descubrir este secreto.


Entender que tomar la decisión de esperar camiones inmensos que nos mostraran la entrada de un almacén gigantesco en las cercanías de la Farmacia, nos demorara en exceso, podría resultar algo grotesco sino supiéramos ya lo que nos pasó luego. Pero es por ahí mismo, por donde empezó el cuento. Tras horas, días y semanas vigilando la calle y calles aledañas logramos extrañar a la licenciada que, preocupada, terminó vestida de Catwoman colgada de las tejas que cubren el techo de su tienda, observándonos más que nosotros a ella. Que no nos diéramos cuenta de que éramos vigilados tuvo la culpa estar en el barrio y que allí nos despistaran las entradas y salidas de nuestros amigos noctámbulos:  las "Lindas ratoncillas" que nos invitan a tomar chocolate y churros todas las mañanas. El Pirata de la noche que nos cuenta como acabó disfrazado de oficinista y la no amiga de turno que termina invitándonos todas las tardes a hilar, con ella, miles de ovillos de fina lana de oveja. 


El pasar de las semanas y meses enteros no se nos hizo nada pesado, por todos ellos. Pero, mientras tanto, la licenciada convertida ahora en Catwoman, andaba más y más empeñada, en saber la razón de tanto estudio, hizo que las horas colgada de las tejas aumentara drásticamente, lo que la convirtió en una experta en arreglar tejas que están por caerse. De Superheroína, a experta maestra albañil pero su alma de licenciada terminó ganando la batalla y un día de duro invierno, saltó del tejado y arañando tu espalda nos acercó unos kilos de Frenadol "No sé que queréis pero si que vais a pillar una pulmonía. Tomaros estos cada ocho horas y abrigaros hasta que sudéis todo" Y, de un salto, volvió detrás del mostrador. Aunque, hay noches, que se escapa con nuestra gata a vivir aventuras que nunca nos cuentan.


Tu cara de sorpresa y mis pelos de punta. Pero el secreto de donde y como guarda las remesas de Alka Seltzer se irá con nosotros a la tumba, porque tomamos muy, pero muy en cuenta las recomendaciones de Juanito el de los Rododendros. A fin de cuentas ¿Quien nos iba a creer? ¿Eh?

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