lunes, 17 de octubre de 2011

Construcción de Marcas. Gestión de conflictos

Uno de los secretos mejor guardados, en lo profundo del baúl de entrenamiento de un artista, es el valor del conflicto. Sin conflicto, no hay pieza que se sostenga o pueda sostener el interés de quien llega expectante a la sala de butacas o se tropieza con cualquier pieza artística, porque es la batalla que se dibuja a partir de dos voluntades que se oponen lo que genera vida, más allá, de la muerte de la no acción. Simplemente, te aburrirías si asistieras a una escena donde protagonista dijera A y antagonista dijera A y no tendrías la oportunidad de aprender, de forma constante, que nadie gana o pierde, a pesar de que se haya provocado el movimiento, que es principalmente, lo que busca la vida para expresarse.

Gestión de conflictos creativos 

"Vamos a contar historias, a la vez" es un ejercicio de entrenamiento de la expresión, realmente "extraño" para quien lo contempla, por primera vez. Hay dos sillas, que de forma paralela conviven enfrentadas a un reducido número de público, que está conformado por actores dispuestos a jugar en expresión corporal. Se eligen parejas y en pareja se sale, al campo de entrenamiento escénico, con la consigna de improvisar, cada uno de ellos, una historia. Son dos historias que se inician en medio de una batalla campal por conseguir captar la atención del espectador que, aturdido, intenta seguir el hilo de cada una de ellas. El juego de inventar una historia, capaz de atraer la atención del público, requiere de concentración máxima que ha de seguir el pautaje dramatúrgico correcto para desarrollar la linea de acción de la pieza, cuando empiezas, no conoces el final, ni siquiera conoces el nudo, y cada palabra es la que genera el futuro inmediato, a pesar de la dificultad, el reto pretende agudizar los obstáculos, al tener que competir, con un compañero, que usa las mismas herramientas que tú. Una vez el espectador asume las reglas del juego, encuentra que pasa del aturdimiento máximo a la más infinita de las sorpresas cuando, el pasado, presente y futuro de las historias que van siendo inventadas terminan enriqueciéndose mutuamente, sin pudor alguno y ante las delicadas naricillas de los que escuchan, el enano glotón del actor A, termina colgado del reloj del Alien del actor B, mientras el Alien del actor B termina desayunando en la cueva del enano glotón del actor A. Cuando la sorpresa parece que debería salir ya por la puerta, el espectador, puede llegar a asistir a la contaminación constante de acciones en las líneas de desarrollo y como, por arte de purita magia, termina aplaudiendo el fin de las dos piezas, en el mismo instante. Sin embargo, ni el actor A, ni el actor B han terminado por darse aún cuenta de que, sin querer y además, compitiendo, has terminado por crear un solo cuento. 

Quizá, cueste, pero te cuento, que un conflicto creativo está basado en este principio y no en parámetros de casar, por consenso o por esfuerzo en convencer, tramitando diálogos hasta conseguir la negociación perfecta. La negociación perfecta, nunca es creativa, no acumula movimiento y deviene en procesos que pasean por caminos, siempre conocidos, mientras que, la creatividad, amig@s, es justo la senda que se abre en páramos aún no explorados. 

Gestionar un conflicto hasta convertirlo en conflicto creativo, no es el vano intento de un negociador experto. El conflicto creativo requiere de mi objetivo, mi estructura, mi acción concreta mientras dejo que lo que está alrededor, se expanda, como una auténtica necesidad, dibujado en el objetivo, la estructura y la acción concreta del otro para lograr un movimiento vital de auténtica innovación. 

"Convencer no es vencer" Decía Unamuno, y de cierto que este señor, tenía toda la razón. Vencer es crear juntos, senderos totalmente nuevos, donde ambos estemos a gusto.


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