lunes, 23 de julio de 2012

La urgencia de la Reputación de Marcas

Aquello de conseguir la Reputación de Marcas, construyendo un Valor Funcional atado a un Valor Emocional y a una Responsabilidad Social Corporativa podría parecer un capricho, sin el más mínimo sentido, de una reclamación que llegaba apurada y desesperada a nuestras empresas para golpear las puertas de hábitos establecidos con solidez en nuestras rutinas y a pesar de que, ya podemos ser conscientes o percibir que las mismas acciones que anteriormente nos traían el éxito, en estos momentos, no ofrecen resultados del todo satisfactorios, construir un registro encima de otro ya establecido, no ofrece garantía de éxito, ni atrae el éxito deseado, sin embargo, la primera reacción, siempre pasa, por adaptar lo nuevo a lo ya establecido y pretender tirar hacia adelante con todas las contradicciones que se acarrean y con la decisión de ir, paso a paso, resolviendo los obstáculos, según vallan viniendo, sin embargo, el resultado nunca será el deseado y en un corto espacio de tiempo, te encuentras en la misma plaza abandonada, accionando para volver a establecer un status quo que ya se ha ido de las manos. 

Me reclaman Reputación como Marca y elijo solo gritarlo como hacía antes en el mercado. 

Una vez vuelves a la plaza abandonada y decides que accionarás con la sospecha de que "Tiempos pasados, siempre fueron mejores" irremediablemente habrás entrado en la vejez y delante, de la vejez, solo tienes la extinción. Cada acción por imposición que acometas, es un paso más rápido a tu desaparición y aún revolviendo tierras enteras, la única dirección que has tomado es la de perder un tiempo precioso para avanzar con las corrientes de la vida, negándote simplemente a ti mismo y a tus proyectos esa posibilidad.

Cuando me hablaron por primera vez de la Reputación de Marcas, como, el camino trazado para entrar a los mercados internacionales, pensé: Ciertamente esta dirección contiene una lectura correcta de por donde va el cambio que experimentamos al pasar de una Era Industrial, ya obsoleta y sin sentido, donde la producción masiva y las estrategias para sacarlas de los almacenes a toda prisa, eran las reinas, a transitar por una Era de la Información que hace devoluciones negativas en todos los puntos de encuentro provocando vientos capaces de tumbar un proyecto, sea este pequeño, grande o gigantesco. 

Contemplar como se tomaba la decisión de crear el diseño, encima de los hábitos viejos, no me ocupó, ni me preocupó mientras la tendencia fue la de avanzar y realmente obtener esa presencia cargada de Reputación.

Ver como, poco a poco, el hábito viejo se hacía cada vez más fuerte y surgía el deseo de llegar a la vieja plaza abandonada marcó el momento donde vi, con claridad meridiana, que enseguida aparecería el miedo más aterrador y con él el autoritarismo más salvaje de una Imagen Corporativa que enrocada se vuelve más agresiva en sus formas y comportamientos, encontrando, por el camino, el resultado más opuesto al supuestamente buscado, en aquellos primeros encuentros por la RSC.

Sin embargo, no hay salida, vivimos ya en la Era de la Información, y hacia ese destino ni siquiera ejecutando medidas de presión máxima eliminando la libertad que arrastra con ella, lograrás llegar más que asumiendo que ya estás en otra plaza, aunque te parezca la vieja. 

Infnitos e incluso innombrables vientos desvaforables caerán sobre todos los grupos interesados en los modelos de negocio y proyectos de toda índole actuales, pueden llegar a ser vientos que, hasta parecería que nos barrerán de la faz de la tierra, pero la Imagen Corporativa tiene los días contados y entre más presión haga para recuperar su fuerza, más rápida y salvaje será su extinción total.

No hay caminos que rueden a la derecha o hacia la izquierda y en estos momentos, el camino está en obtener Reputación óptima y para ello, es preciso crear un Valor Funcional, atado y bien atado a un Valor Emocional y a un Valor de Responsabilidad Social Corporativa correctos y dará igual que presumas de tenerlo y no tenerlo, porque esos éxitos estratégicos de la Era Industrial que, vivía en sus entorno como el gran conquistador, simplemente pasarán, lo queramos o no, a la historia.

Ni siquiera la voz más autoritaria del conquistador, podrá soportar perder a todos los grupos interesados en él, por culpa de su propia semilla que exige distribución y venta donde ya nadie podrá, ni querrá comprarles nada, a no ser que sea a un precio no viable para la subsistencia. 

Se acabó aquello de "La fidelización dura hasta que dura la oferta" y "El presume de lo que no tienes y repite que quedará como verdad" o el gran conquistador tendrá que conformarse, con un 14%, con tendencia dramática a la baja, de interesados aún influenciables.

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