¿Que tal Pepe? y Pepe, nos contó que mejorado de su lesión de espalda pillada dando de comer a una vaca, nos acompañaría al jardín de las lindas rosas con caras femeninas. Y ahora, mira hacia arriba y observa la longitud de esta entrada ¿Ves? esta será una aventura que terminaremos contándote pero, un poco más tarde.
Creerás que vengo mareada y tendrás razones ciertas para llegar a esta conclusión, no en vano, parecía simple tomar carretera, manta, mochila y lupa para salir a visitar a tu amigo Pepe don Microorganismo y pasear tranquilos, en tranquila tarde hasta jardines, donde la mayor previsión que tienes, es la de comprar más kilos de tranquilo paseo, ejercitando. solo la musculatura de cara que pone gesto de sorpresa ante paisaje mágico de pradera entera llena de lindas rosas con caras femeninas de una especie difícil de encontrar y difícil de ver. Mareada y agotada, esperando visitar paisaje tan bucólico y terminar encontrándote enredada en los vericuetos de la creatividad más afiebrada esperando pillar el hilo, mientras las asociaciones corren libres entre signos y significados atados a las filigranas que intentan descifrar el como, porqué y para qué de estas raras visiones.
Entre que llego mareada y que Pepe, nuestro Pepe tiene la espalda dañada, por aquel puñado de comida que dio a la vaca, sin prever que, malas posturas traen dolores que las prisas olvidan para obligarte a pillar resultados, mientras dejas de observar que, ojos lindos tiene la vaca y que hermosa tarde hace brillar el sol más adormecido. Salimos despacio, despacio, despacio, a pasitos cortos, rodeando veredas y, escarmentados de coger atajos, elegimos cháchara para amenizar la caminata, mientras miles de preguntas juntas revoloteaban haciendo cosquillas a nubes que terminaron goteado risas, hasta refrescar pantorrillas doloridas. Dicen las viejas lenguas, que de femeninas caras tomaron formas miles de rosas asustadas y de asustadas caras femeninas tomaron forma de espina de las rosas las caras femeninas, nadie sabe, a ciencia cierta el porqué pero de aquellas siembras estos frutos, contaba Pepe, casi en susurros mientras las nubes a goterones reían por los caminos, dos segundos y zass allí las teníamos, de frente tomaban todo el horizonte y dos segundos más e invitados estábamos a pasear, ahora si, tranquilamente, entre rosaleda y largas mesas llenas de café y tostadas donde la cháchara se volvía animada convirtiéndo la llegada de la noche en estruendosas carcajadas, mientras, a tres pasos, oíamos susurros quedos que llamaban a la madrugada. Rosas o mujeres con collares de espinas adornadas, risas, llantos y suspiros tomando vientos para convertirlos en caricias y caricias para lanzarlas lejos atrayendo con ellas, pieles resecas que retornaban a tomar brillos y fragancias varias.
Nunca supimos si todo aquello fue producto de mi mareo, de las emanaciones de ibuprofeno que Pepe exhalaba o quizá que fuera lágrima de Pierrot donde bordeando estaba Pepe cuando le encontramos y aún nos preguntamos que había después del pozo de los sueños que servía de frontera y que permitía escuchar redoble de tambores a ritmo de rugido de leones ¿Estábamos en África?
Sueño, o no sueño, algo si quedó claro ¿Tenían algo que ver las Lindas Ratonas con aquel paisaje? ¿En que punto se enlazan rosas con caras femeninas de una especie difícil de encontrar y difícil de ver con las mesas llenas de café y tostadas? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?
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